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ARTÍCULOS de la Plataforma Perú Libre de Transgénicos

Transgénicos: Es una tecnología peligrosa porque no ha sido comprobada

Transgénicos: Es una tecnología 
peligrosa porque no ha sido comprobada
Entrevista con controvertido científico húngaro 
’Falta probar efectos de transgénicos en la salud’
Ivonne Malaver y Ariana Cubillos 
 
Arpad Pusztai dice ser el único que ha investigado 
los efectos de los organismos genéticamente 
modificados en la salud humana. Descubrió que, 
dándoles de comer papas transgénicas a los ratones, 
les crecían los órganos y, además, registraban una 
baja en su sistema inmunológico. Vino a Colombia 
a participar en el Congreso Mundial de Periodistas 
Ambientales.
 
"Las compañía biotecnológicas deben gastar más dinero 
en pruebas para asegurarse de las consecuencias de 
estos productos", dice Pusztai. 
 
Arpad Pusztai, el científico más controvertido en el tema 
de los también controvertidos organismos genéticamente 
modificados (transgénicos), estuvo de visita en Colombia 
y habló sobre sus descubrimientos relacionados con estos 
productos, los cuales se logran mediante la biotecnología. 
 
Con unas revelaciones sobre los estragos que producirían 
papas transgénicas en la salud humana, Pusztai se dio a 
conocer ante el mundo a principios de este año y, de paso, 
se convirtió en una piedra más en el zapato de las 
multinacionales de la biotecnología. 
 
Este húngaro-británico, de 68 años, alimentó un grupo 
de ratones con papas transgénicas y descubrió que sufrieron 
daños severos en el sistema inmunológico y un mayor 
crecimiento del hígado, del estómago (en 27 por ciento), 
del páncreas (en 40 por ciento) y del colon, entre otros. 
También encontró que estos roedores sufrieron daños en 
el cerebro y en otros órganos vitales. 
 
Tras sus revelaciones a los medios de comunicación, fue 
despedido de su cargo en el Instituto de Investigaciones 
Rowett, entidad estatal de Escocia, que argumentó que 
había divulgado información imprecisa, pese a que era un 
científico que llevaba trabajando 35 años para ella. 
 
Sin embargo, muchos científicos le creen y hasta el príncipe 
Carlos de Inglaterra lo recibió y le dijo que mientras fuera príncipe, 
consideraba que Inglaterra debía tener mucho cuidado con los transgénicos. 
 
Las revelaciones de Pusztai llegaron a Colombia a principios 
de este año, justo cuando representantes de más de 90 países 
trataban de ponerse de acuerdo sobre el establecimiento de un 
protocolo de bioseguridad, mediante el cual se pretendía regular 
el mercado internacional de los productos transgénicos. 
 
Sin embargo, la reunión fracasó debido a la fuerte presión de 
los países productores de transgénicos: Estados Unidos, Canadá, 
Australia, Argentina, Uruguay y Chile, principalmente, que se 
opusieron prácticamente al resto del mundo. Actualmente, 
la entrada de transgénicos está sometida a las débiles legislaciones 
de los países, Estos, además, temen ser demandados por los 
fabricantes y exportadores de esos productos ante la Organización 
Mundial del Comercio, que argumentan barreras al comercio. 
 
No obstante, la tendencia en el mundo tras las revelaciones de 
Pusztai es mirar con lupa los transgénicos y promover estudios 
más cuidadosos sobre sus eventuales riesgos. 
 
¿Cómo mide los riesgos de los transgénicos en relación con los beneficios? 
 
Le respondo con un ejemplo: según el Departamento de 
Agricultura de Estados Unidos, la soya con modificación 
genética (transgénica) produce un 6 por ciento menos 
que la soya corriente. No se cumple el argumento de mayor 
rendimiento, y esa fue la razón inicial de haber lanzado esos 
productos al mercado. 
 
¿Y los beneficios que argumentan en cuanto avances de 
la biotecnología en medicina? 
 
Eso es un negocio diferente, porque si tomamos las drogas 
producidas mediante modificación genética, son tratadas 
como se tratan todas las drogas que se desarrollan. 
Se someten a una serie de pruebas y regulaciones a las 
que no se someten los productos alimenticios que sean 
transgénicos. Por ejemplo, en el caso de las drogas, 
se tienen que gastar entre 100 y 500 millones de dólares 
en pruebas para cada droga que se desarrolle. 
 
¿Hay algún transgénico del cual se haya probado su beneficio? 
 
No. 
 
¿Qué es lo que más le preocupa de los productos transgénicos? 
 
El efecto sobre la salud humana, porque esa parte no 
ha sido probada ni ensayada, excepto en las papas con 
modificación genética, o sea, en nuestro proyecto. 
Lo que yo cuestiono es el derecho de cualquier individuo 
u organización de sacar un producto, una planta, 
un alimento transgénico que sea arriesgado o peligroso. 
Nadie tiene derecho a hacerles eso a los demás seres humanos. 
 
¿Qué les respondería a los científicos que han tratado 
de desvirtuar los resultados de sus investigaciones? 
 
Mis críticos son personas anónimas, habría que 
preguntarse quiénes son, si tienen más experiencia 
que yo o si han recibido financiación de las organizaciones 
de biotecnología. En el Reino Unido, la mayoría de los 
biotecnólogos tienen algún vínculo financiero con estas empresas. 
 
¿Le ve futuro al Protocolo de Bioseguridad, mediante 
el cual se reglamentaría la importación de transgénicos? 
 
No, pero las autoridades reguladoras van a tener en 
algún momento que emitir un listado de verificación; 
creo que ahí todo el mundo está de acuerdo. 
Las preguntas ahí serían: ¿cuál va a ser el contenido 
de ese listado de transgénicos que van a someter a control? 
¿Quién va a ejercer ese control? ¿Dónde se haría? Y 
¿quién va a pagar el costo que implica? 
 
¿Cómo ve la ética de los científicos, teniendo en cuenta 
que en el tema de los transgénicos están prácticamente 
divididos en dos? 
 
Es desafortunado, soy suficientemente viejo como para 
recordar la época en que no había financiación ni intromisión 
de la industria, cuando el científico era independiente. 
Eso ya es cosa del pasado y es una consecuencia de la 
finalización de la financiación suministrada por los Estados. 
Si los estudios de las papas hubieran sido financiados por 
Monsanto (mayor multinacional de la biotecnología en el 
mundo), nadie los conocería porque yo no hubiera podido 
divulgarlos. 
 
¿Cuál fue el trago más amargo tras sus revelaciones? 
 
El despido fue un golpe durísimo, pues llevaba 35 años 
trabajando para este instituto de investigación, desde 
el cual publiqué 260 documentos científicos, y de pronto 
me encontré que ese mismo instituto estaba tratando de 
destruirme como persona y destruir mi credibilidad científica. 
 
¿Continúa trabajando con transgénicos? 
 
Por el momento no, pero a partir del año entrante espero 
estar en esa actividad. 
 
¿Cuál es el sector más vulnerable a los productos transgénicos: 
la salud, el medio ambiente o la agricultura? 
 
Los tres. Es una tecnología peligrosa porque no ha sido comprobada.
 

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