Los transgénicos representan riesgos para la salud: OMS.
ANGELICA ENCISO Y CAROLINA GOMEZ
Recomienda examinarlos para comprobar que no
dañan al hombre y a la naturaleza. Las evaluaciones
deben incluir aspectos de orden social, cultural y
ético, subraya
Los alimentos transgénicos representan riesgos
potenciales para la salud y el desarrollo, por lo
que antes de permitir su comercialización deben
ser sometidos a evaluaciones de inocuidad y
de esta forma prevenir daños al bienestar físico
del ser humano y al medio ambiente, señala la
Organización Mundial de la Salud (OMS).
En el informe Biotecnología moderna de los
alimentos, salud y desarrollo humano: estudio
basada en evidencias, que el organismo internacional
pidió elaborar al Departamento de Inocuidad
Alimentaria para establecer una base de conocimiento
sobre la aplicación de esta nueva tecnología en los
alimentos, también hay un reconocimiento de que
los organismos genéticamente modificados (OGM)
pueden aumentar la productividad agrícola o los
valores nutricionales de los alimentos.
"Puede haber beneficios indirectos como la reducción
del uso de químicos para la agricultura, la sustentabilidad
de los cultivos y la seguridad alimentaria, particularmente
en los países en desarrollo"; sin embargo, "los hallazgos
contradictorios sobre dichos beneficios en ocasiones
reflejan diferentes condiciones regionales o agrícolas", refiere.
Advierte que el uso de estos productos "puede significar
riesgos potenciales para la salud y el desarrollo humano"
y explica que esto es porque "muchos de los genes
utilizados en los OGM, aunque no todos, no se
encontraban anteriormente en la cadena alimentaria,
y se teme que la introducción de genes nuevos cause
cambios en la estructura genética actual de los cultivos".
De ahí la necesidad de "asegurar una vigilancia a largo
plazo para detectar precozmente cualquier posible
efecto perjudicial".
Sobre este punto considera "probable" que los alimentos
genéticamente modificados que están en el mercado,
y que ya superaron evaluaciones de riesgos, no representen
amenaza para la salud humana, pero no lo asegura.
El texto recuerda que el primer alimento de este tipo
fue introducido en el mercado a mediados de la década
de los 90 y paulatinamente han entrado diversas variedades
de soya, maíz, colza, algodón, papaya, papa, arroz,
calabaza, tomate y remolacha azucarera. Estos cultivos
cubren actualmente alrededor de 4 por ciento de la tierra
sembrada en el mundo.
En muchos países, refiere, las consideraciones sociales
y éticas pueden causar resistencia a modificaciones que
interfieran con los genes; "estos conflictos por lo general
reflejan temas más profundos relacionados con la
interacción de la sociedad humana y la naturaleza,
temas que deben tomarse con seriedad".
Reconoce que hay regiones en las que los alimentos
son "sin ninguna duda considerados parte de la identidad
histórica y la vida social, el escepticismo hacia los
alimentos genéticamente modificados no está
necesariamente vinculado con el tradicionalismo
ni con la falta de conocimiento sobre esta nueva
tecnología. Las investigaciones sobre la percepción
del público indican que el consumidor escéptico
reconocerá argumentos tanto en favor como en
contra de estos alimentos".
El estudio recomienda que en el futuro se "amplíe
el alcance de las evaluaciones de OGM para incluir
consideraciones de orden social, cultural y ético",
con el propósito de que no se produzca lo que
denomina una "brecha genética" entre los grupos
de países que permiten el desarrollo, cultivo y
comercialización de estos productos y los que
no los aceptan.
Precisa que en 2004 el área de cultivos OGM
desarrollados comercialmente en todo el planeta
fue de 81 millones de hectáreas, cultivadas por
7 millones de agricultores en 18 países desarrollados
y en desarrollo, y acota que son siete las naciones
que cultivaron 99 por ciento del área mencionada.
El primer lugar lo ocupó Estados Unidos,
con 47.6 millones de hectáreas, lo que representó
59 por ciento del total; le sigue Argentina con
16.2 millones de hectáreas, esto es 20 por ciento;
luego Canadá con 5.4 millones de hectáreas,
6 por ciento y después Brasil con 5 millones de
hectáreas (6 por ciento). En el cuarto lugar estuvo
China con 3.7 millones de hectáreas, lo que representó
5 por ciento del total global; en quinto, Paraguay,
con 1.2 millones de hectáreas, es decir 2 por ciento,
y por último Sudáfrica, con 0.5 millones de hectáreas,
que representaron uno por ciento, refiere la investigación.
Asimismo indica que de 1994 a 2004 la cantidad de
hectáreas cultivadas con OGM ha crecido de manera
constante. Así mientras en 1995 era menor a un
millón de hectáreas, en 1997 ya eran casi 10 millones;
en 1999, cerca de 40 millones; en 2001 casi 50 millones
y en 2002 prácticamente 60 millones de hectáreas.
De igual forma destaca que durante los pasados nueve
años la tolerancia a herbicidas fue la característica
dominante para los cultivos de OGM comerciales,
seguida por la resistencia a insectos.
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Efectos de los transgénicos para la salud
Los riesgos sanitarios a largo plazo de los OMG presentes
en nuestra alimentación o en la de los animales cuyos productos
consumimos no se están evaluando correctamente y su alcance
sigue siendo desconocido. Nuevas alergias, aparición de nuevos
tóxicos y efectos inesperados son algunos de los riesgos.
Estos cultivos se han aprobado basándose en la ?equivalencia
sustancial?, es decir la comparación de un OMG con un equivalente
no modificado genéticamente; si no se detecta una diferencia
significativa el OMG se declara seguro. Este concepto es muy
criticado por gran parte de la comunidad científica.
La ingeniería genética puede afectar la seguridad de los alimentos
fundamentalmente de dos maneras:
la alteración o inestabilidad de los genes puede hacer que las
plantas produzcan nuevas toxinas;
las proteínas que produce el gen extraño puede ocasionar
alergias o toxicidad.
Hasta el momento se ha constatado los siguientes
efectos sobre la salud:
Aparición de nuevas alergias por introducción de nuevas
proteínas en los alimentos. En EE.UU., en el conocido
caso del "Maíz Starlink" (2000) se encontraron en la
cadena alimentaria trazas de un maíz transgénico no
autorizado para consumo humano que provocó graves
problemas de reacciones alérgicas.
Aparición de resistencias a antibióticos en bacterias
patógenas para el hombre (en algunos OMG se utilizan
genes antibióticos como marcadores). Es decir, algunos
transgénicos pueden transferir a las bacterias la resistencia
a determinados antibióticos que se utilizan para luchar
contra enfermedades tanto humanas como animales
(por ejemplo, a la amoxicilina). La Asociación de Médicos
Británica ha recomendado prohibir el uso de estos genes
marcadores.
Aparición de nuevos tóxicos en los alimentos (debido a
los cultivos Bt o a las proteínas que se utilizan como
marcadores en los OMG).
Incremento de la contaminación en los alimentos por
un mayor uso de productos químicos en la agricultura.
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