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ARTÍCULOS de la Plataforma Perú Libre de Transgénicos

Cáncer asociado con hormona transgénica

Cáncer asociado con hormona transgénica
Por Silvia Ribeiro * 
 
Cáncer de seno, próstata y colon asociados a una 
hormona transgénica inyectada a las vacas en 
Estados Unidos y México
 
Gran parte de la producción industrial de leche en 
Estados Unidos y México utiliza una hormona 
transgénica de crecimiento bovino propiedad de 
Monsanto. Esta hormona que se le inyecta a las 
vacas y las hace producir hasta el doble de leche 
tiene efectos muy negativos en la salud del ganado, 
pero además puede tener consecuencias fatales 
para quienes consumen esos lácteos 
 
Gran parte de la producción industrial de leche en 
Estados Unidos y México utiliza una hormona 
transgénica de crecimiento bovino llamada rBGH, 
propiedad de Monsanto -que la denomina 
Somato-Tropina Bovina o BST (por sus siglas en inglés). 
Es una hormona que se le inyecta a las vacas y 
las hace producir hasta el doble de leche. Esto 
tiene efectos muy negativos en la salud del ganado, 
pero además puede tener consecuencias fatales para 
quienes consumen esos lácteos. Esta hormona 
transgénica provoca que suba en la leche el nivel 
de otra hormona llamada en inglés IGF-1 (factor de 
crecimiento insulínico tipo 1). Estudios recientes 
muestran que los niveles anormalmente altos de 
esta segunda hormona se asocian con el surgimiento 
de cáncer de seno, próstata y colon. 
 
Según el doctor Michael Hansen, asesor de la Unión 
de Consumidores de Estados Unidos, que analizó y 
compiló estos estudios (1), las vacas que reciben 
esta inyección tienen un aumento significativo en la 
frecuencia de 16 enfermedades, incluidas mastitis y 
problemas de gestación. Las vacas sufren muchísimo 
y, además, la leche contiene restos de antibióticos, 
pus y sangre, por las continuas enfermedades y 
tratamientos a que son sometidas. Esto genera 
una mayor resistencia a antibióticos en quienes 
consumen esa leche y sus derivados, lo cual ya 
desde antes era un grave problema de salud pública. 
 
Pese a que el uso de esta hormona artificial está 
prohibido en Europa, Canadá, Japón, Nueva Zelanda 
y Australia, se aprobó su uso comercial en México, 
Guatemala, Honduras, Costa Rica, Panamá, Brasil, 
Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela y ocho países 
de otros continentes, basados en estudios que la 
propia Monsanto proporcionó a las agencias 
reguladoras estadounidenses. 
 
La hormona transgénica de crecimiento bovino 
está en circulación en Estados Unidos desde 1993. 
Ya para esa época, su aprobación estuvo plagada 
de irregularidades y en varios documentos se señala 
la relación absurdamente estrecha de Monsanto 
con los funcionarios de la FDA (Administración de 
Fármacos y Alimentos estadounidense), que aprobaron 
la venta comercial de la hormona y de la leche de las 
vacas tratadas con ésta. 
 
En los informes de la propia Monsanto a la FDA se 
registraba que las vacas sufrían más enfermedades 
y que en la leche de las vacas tratadas con la 
hormona bovina de crecimiento había un aumento 
"significativo" (sic) de la hormona IGF-1. Pero en 
sus conclusiones, la empresa descarta que eso 
tenga algún impacto en la salud humana. No es la 
única vez que Monsanto tiene este proceder: 
también lo ha hecho con otros estudios que indicaban 
toxicidad en variedades de papa y maíz transgénico 
en ratones de laboratorio. Pese a las evidencias de 
daño en sus propios experimentos, concluía: 
"no son importantes", mientras la revisión ulterior 
por parte de científicos independientes mostró lo contrario. 
 
Conforme se divulgan más informes que muestran 
los riesgos de la hormona rBGH, se expresa con más 
claridad el rechazo de los consumidores estadounidenses. 
Grandes cadenas de supermercados como Kroger, 
Safeway y la cadena de cafeterías Starbucks han prometido 
a sus clientes que no tendrán leche con hormonas artificiales. 
 
Ningún producto transgénico es etiquetado en Estados Unidos, 
porque desde sus inicios, las empresas productoras de transgénicos 
lograron con presiones de todo tipo que no se use una etiqueta 
que diga "contiene transgénicos" o cualquier formulación que 
lo indique, aunque sea verdad. Seguro desde entonces sabían 
que tenían mucho que ocultar. 
 
Ahora, frente a las acciones de esos supermercados 
(motivadas por el rechazo de los consumidores), la respuesta 
de Monsanto es acosar a las autoridades para que tampoco 
se pueda etiquetar que la leche "no contiene" esa hormona transgénica. 
Monsanto alega que etiquetar es una forma de "engañar" a los 
consumidores, porque la leche con hormonas no tendría 
diferencias con las otras. 
 
Como explica el doctor Michael Hansen, los consumidores 
entienden muy bien qué significa "libre de hormonas de 
crecimiento bovino", o "libre de hormonas artificiales BST" 
(STB en castellano), y reconocen el valor de productos 
cuya etiqueta indica "sin colorantes artificiales" o "sin saborizantes". 
La decisión sobre si quieren o no una etiqueta informativa es 
de los consumidores, no de las empresas que lucran con estos 
aditivos y productos transgénicos. En todo el mundo, 
las encuestas a los consumidores sobre si prefieren o no 
etiquetado de transgénicos, hallaron de 80 a 98 por ciento 
a favor del etiquetado. 
 
En México, existen dos marcas de leche orgánica, que 
declaran estar libres de hormonas STB, pero esta hormona 
se usa en 24 cuencas lecheras y las marcas que se abastecen 
allí no declaran su contenido en sus productos. 
 
Con los nuevos informes en circulación, los países que 
aprobaron esta hormona deberían prohibir urgentemente 
su uso, tal como ya hizo la mayoría de los países industrializados. 
www.ecoportal.net 
 
*Investigadora del Grupo ETC
La Jornada
www.jornada.unam.mx 
Nota: 
 (1) www.organicconsumers.org/rbgh0724_monsanto_rbgh.cfm 
 

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